viernes, 26 de julio de 2013

HIGUAÍN Y EL PRINCIPIO DE PETER

          Desde el retorno de Florentino a la presidencia blanca cada verano fue igual. La necesidad de financiar la llegada de grandes futbolistas y el afán de desprenderse de todo lo vinculado a su antecesor Ramón Calderón colocaba a Higuaín en la rampa de salida a la conclusión de cada temporada. Florentino conseguía ambos objetivos: llegaban estrellas como Kaká, Cristiano o Benzemá que se financiaban en parte con la venta de las figuras que habían llegado con Calderón –Sneijder, Robben– hasta llegar al punto actual en el que ha logrado formar sin duda una de las plantillas más poderosas del mundo, manteniendo sólo dos futbolistas de los quince que firmó Calderón: Pepe, bastión de Mourinho hasta la irrupción de Varane, y Marcelo, cuyas condiciones ofensivas –en sus cada vez más escasos picos de forma– gozan del beneplácito de un amplio sector del Bernabéu. El tercero, hasta este verano, fue el ‘Pipita’.
            A la sombra de auténticas bestias como Ronaldo –al que reemplazó en invierno de 2006–, Raúl o Van Nistelrooy, Higuaín tenía todo para ser carismático en el Bernabéu. En el momento en el que el dominio europeo del Barça de Rijkaard comenzaba su declive, el Real Madrid apelaba a la épica, clavo ardiendo al que agarrarse para llegar donde ya no alcanzaba un FC Barcelona internamente envenenado. Y en la épica Higuaín se manejó como nadie. Era oportunismo puro. Con sus goles se culminaron remontadas increíbles ante Espanyol (4-3) o Getafe, se selló la Liga en El Sadar y se dio la puntilla al Barça de Rijkaard el día del famoso ‘pasillo’.
            Su nivel se había medido ante equipos medianos, pero sus números en relación a los minutos disputados asustaban. Sin embargo, su juventud y su poca repercusión mediática le seguía exigiendo hacer el doble para conseguir la mitad de oportunidades. Hasta la llegada de Pellegrini. El ‘Ingeniero’ consigue sacar lo mejor del argentino, que formando una dupla mortal junto a Cristiano Ronaldo concluye la Liga con 27 goles. De nuevo grandes cifras, pero de nuevo pasa de puntillas en los partidos machos. Ni en la eliminatoria de octavos de final ante el Olympique Lyon ni en los duelos que decidieron la Liga a favor del Barça hubo rastro del ‘Pipita’ que intimidaba en el día a día.
            Higuaín siguió rindiendo así. Fiabilidad y constancia en la monotonía frente a un empequeñecimiento de preocupar en grandes escenarios y ante equipos grandes. Los números respaldan al ‘Pipa’: 107 goles en 190 partidos. Pero su análisis lo desenmascara: 2 goles en 23 partidos de eliminatoria directa a doble partido en Champions League. Números insostenibles para el ‘nueve’ del Real Madrid.
            Quién sabe si el techo de Higuaín estaba más alto cuando le frenó la incómoda hernia. Pero la realidad es la que es, y desde la lesión su juego ha perdido alegría, es menos incisivo y menos participativo en ataque.
            Dice el ‘principio de Peter’, formulado por Laurence J. Peter a finales de los años ‘60, que cada empleado tiende a ascender hasta llegar a su nivel de incompetencia. Así que ahora le toca a Higuaín bajar un escalón para situarse en el lugar que le corresponde. Nápoles parece un destino a su medida. Será la primera opción en ataque, tiene el respaldo de un técnico de prestigio que se la ha jugado con su contratación, le rodea un equipo con hambre de títulos –la base que dejó Mazzarri la pasada temporada– y con ansias de protagonismo –que anhelan los suplentes reclutados del Real Madrid–, y ante todo tiene la oportunidad de jugar en Champions, donde reside la cuenta pendiente de su carrera.
            Visto desde la perspectiva del club napolitano el fichaje es otra historia. Está claro que el hecho de vender a Cavani tan pronto dio pie al resto de clubes a intentar sangrar sin piedad a De Laurentiis, presidente del club, al que no le ha quedado más remedio que ceder, sobre todo ante el Real Madrid. El Napoli paga 40 millones de euros en 2013 por un jugador que no rinde al máximo nivel desde 2009. Recuerda al reciente caso del Chelsea, que en 2011 pagó 60 millones de euros por un Fernando Torres –al que solo su astronómico salario le puede hacer escapar del principio de Peter–, que no había vuelto a alcanzar su nivel de 2008. Por supuesto que los casos no tienen por qué ser similares, pero teniendo en cuenta el bajón del ‘Pipa’ desde que le diagnosticaran la hernia, invertir casi 40 ‘kilos’ en él y no en otro es cuanto menos arriesgado. Pero Benítez decide, y de su capacidad para recuperar al mejor Higuaín dependen las posibilidades de que el Napoli pueda hacer, al menos, sombra a la Juve en la lucha por el Scudetto.


Alberto Egea Estopiñán
@esttoper