viernes, 13 de julio de 2012

UN HALO DE ESPERANZA nº23 Revista Kaiser 16/07/2012

UN HALO DE ESPERANZA

Que el fútbol italiano no pasa por sus mejores momentos no es ningún secreto. El descenso de nivel de calidad de los equipos punteros italianos se ha visto reflejado en Europa en los últimos cinco años, donde sólo el idílico año 2010 del Inter de Mourinho supuso un oasis en el desierto por el que lleva peregrinando la Serie A desde 2007, coincidiendo con los últimos coletazos del último gran Milan (apogeo de los Maldini, Kaká, Inzaghi, Seedorf o Pirlo), el escándalo Calciopoli sobre fraudes arbitrales en el Calcio (que supuso entre otras sanciones el descenso de la Juventus a la Serie B), y con la crisis económica que asola Europa actualmente.
El déficit de juego y de calidad de jugadores respecto a otras ligas y respecto a otras épocas del Calcio ha tenido como consecuencia un preocupante descenso de espectadores en los estadios (por ejemplo, ver que en el derbi de la capital Roma-Lazio de esta temporada, el Estadio Olímpico no registraba ni media entrada da verdadera lástima), mientras que el déficit de resultados ha traído consigo la pérdida de la cuarta plaza para disputar la Champions League de que disponía hasta ahora el Calcio en beneficio de la Bundesliga alemana.
 Por si fuera poco los ultras de los equipos se apoderan cada vez más de los clubes. Los tifosi convertidos en una mafia irracional y consentida tanto por los dirigentes de los clubes como por la policía continúan ofreciéndonos espectáculos bochornosos como el acontecido en abril en el estadio Marasi por los hinchas del Genoa, que con total impunidad pararon el partido de su equipo contra el Siena enfurecidos porque perdían 0-4 y bordeaban el descenso, y obligaron a los jugadores a entregarles las camisetas de las que decían no eran dignos. Ante la pasividad de la policía y entre lágrimas mezcla de pánico e impotencia los jugadores no tuvieron más remedio que dárselas.
Con este panorama en vísperas de la Eurocopa un nuevo terremoto ha sacudido el Calcio. Esta vez el escándalo CalcioScommesse, que tiene que ver con un presunto amaño de partidos de la Serie A y la Serie B promovido por una red de apuestas ilegales, incluidos sobornos a jugadores, que se ha saldado con 19 detenidos (incluidos 10 jugadores profesionales)y 150 investigados, y que veremos como acaba.
La crisis del Calcio se ha convertido como vemos en un monstruo de varias cabezas que ha extendido sus tentáculos sobre todas las instituciones y sobre todos los ámbitos, dejando una sensación de putrefacción global, de mafioso compadreo y de negocio sucio que le hace un daño bestial (el tiempo dirá si irreparable) al fútbol italiano.
Sin embargo, y ante ésta preocupante situación, una mezcla de esperanza, realidad, historia y nostalgia que tiene uno por volver a ver al Calcio en primera línea de batalla del fútbol europeo, hacen pensar que el fútbol italiano resurgirá de sus cenizas.
En primer lugar, mientras en España la corrupción deportiva se oculta en la justicia deportiva, la corrupción deportiva italiana se combate con los mismos mecanismos judiciales que requiere cualquier otro delito. Es decir, que en Italia cuando existen indicios de fraude la justicia los ataca de oficio y los juzgan los jueces, mientras que en España los comités de la Federación Española de Fútbol son los que juzgan, sin abrir investigaciones por motu propio aunque existan indicios, siendo necesaria una denuncia para que se abra una investigación que (las pocas veces que se produce) o se esconde o se acaba perdiendo en el olvido. Amaños de partidos, compra de árbitros y otros fraudes deportivos, al igual que sucede con el dopaje, existen en todos los países (seguramente en unos más que en otros), pero atacarlos de frente es intentar buscar una solución a las trampas, mientras que encubrirlos y fingir que aquí no pasa nada es estafar al espectador, que es el que paga y sin el cual este negocio no existiría.
Otro dato que invita al optimismo es que, paradójicamente, de la multitud de follones que ha vivido el fútbol italiano ha surgido siempre una selección italiana reforzada. Históricamente de cada escándalo ha surgido un grupo sólido y unido que ha dejado huella en el evento de ese año. En 1982 tras el escándalo de Totonero, Italia ganaba en España su tercer Mundial; en 2006 se convertía en tetracampeona tras el barullo del Calciopoli; y en esta Eurocopa, después de la corrupción destapada en el caso CalcioScommesse, una desconocida Italia de la mano de Pirlo, llegó a la final practicando un fútbol de ataque y sin hacer ascos al balón, que esperemos sea un punto de partida para que en el futuro se apueste por el talento, desperdiciado tantos años en la figura de futbolistas como Del Piero, Zola o Giannini.



Mientras, en la Serie A parece que llegan tiempos de renovación en la mayoría de los equipos. La gran Juve está de vuelta. Campeón invicto del Scudetto, tendrá la cuenta pendiente de mostrar este fútbol en Europa. Para ello ha acelerado la incorporación de grandes refuerzos como Mauricio Isla o Giovinco a la espera de la llegada de un gran delantero que pondrá la guinda a un equipo con un estilo muy trabajado. Inter y Sampdoria, como hizo la Juventus con Antonio Conte, han apostado por entrenadores jóvenes italianos como Stramaccioni o Ferrara. La Roma, tras la marcha de Luis Enrique, insiste en un entrenador valiente y espectacular como Zeman, que se ha ganado una nueva oportunidad en el equipo romano tras su magnífica temporada con el Pescara al que ha devuelto a la Serie A. Quizá la gran incógnita sea el Milan, sobretodo si se consuman los traspasos de Thiago Silva e Ibrahimovic al PSG. Los problemas económicos le obligan a vender, pero si con esto consigue rejuvenecer el equipo bienvenido sea. Quizá la salida de un líder como Ibra beneficie la explosión por fin de Pato, que si las lesiones le respetan debería coger galones en el equipo y deje margen de progresión a jóvenes como El Shaarawy. Si aciertan con los recambios de Thiago e Ibra no cabe duda de que el Milan peleará un año más por el Scudetto.
Razones sobran para creer en el fútbol italiano, quizá el punto negro sea la permisividad e inoperancia para frenar ciertos comportamientos de los tifosi. En España tienen el ejemplo de la actuación de Laporta frente a los Boixos en su etapa como presidente. Le costó críticas e incluso amenazas de muerte, pero los Boixos no están en el Camp Nou. Ni se les espera. Su gestión gustará más o menos, pero en ese aspecto la actuación de Laporta fue digna de admirar, y debería servir de ejemplo a muchos presidentes de clubes no sólo italianos cuyos ultras utilizan el club como si les perteneciera en exclusiva.
Problemas y conflictos abundan. Pero armas para combatirlo sobran. Como sobran alicientes para apostar por el Calcio. Si a todo esto le sumamos que este año vuelven a convivir juntos los cuatro grandes derbis regionales del país: Roma-Lazio, Milan-Inter, Sampdoria-Genova y Juve-Torino, ¿qué más podemos pedir?


Alberto Egea Estopiñán, Revista-Kaiser nº23 16/07/2012
@esttoper

lunes, 9 de julio de 2012

EL BALÓN DE LA DISCORDIA nº22 Revista Kaiser 09/07/2012

EL BALÓN DE LA DISCORDIA

Finalizada la Eurocopa, un año más se abre el debate sobre a qué manos debe ir a parar el Balón de Oro de este año. Este galardón creado por la revista gala France Football y que corona al mejor jugador del planeta de cada curso futbolístico, cambió el procedimiento de adjudicación en 2010, circunstancia que ha avivado más si cabe la polémica sobre qué futbolista es merecedor de este galardón.
            Desde su nacimiento en 1956 y hasta 2009 el ganador era elegido por un jurado compuesto por 96 periodistas especializados de 96 países distintos, que votaban de acuerdo a unos criterios determinados por la revista francesa (resultados individuales y colectivos del año correspondiente, carrera profesional, carisma, talento y juego limpio). Hasta 1995 los candidatos solo podían ser futbolistas europeos de clubes europeos, dato que explica por qué Maradona o Pelé nunca lo ganaron. En 1995 se amplía la lista de candidatos: optan al premio todos los jugadores de todas las nacionalidades que militen en clubes europeos. Ese mismo año el liberiano George Weah, jugador del Milan se convierte en el primer jugador no europeo en ganar el Balón de Oro. Luego vendrían otros no europeos como Ronaldo, Rivaldo o Kaká. Ya en 2007 el Balón de Oro premia al mejor futbolista del planeta juegue donde juegue.
            El Balón de Oro siempre ha estado rodeado de polémica, cosa normal por la dificultad que entraña siempre otorgar un premio individual en un deporte de equipo, y por la subjetividad de la opinión del jurado en la que influyen las distintas perspectivas, sentimientos, inclinaciones hacia un tipo de jugador u otro, etc. Realmente es un trofeo innecesario (no encuentro sentido a que en un deporte de equipo se ponga al individuo por delante del grupo), aunque su importancia mediática y comercial es indiscutible.
En 2010 el Balón de Oro (otorgado por France Football) y el FIFA World Player (otorgado por la FIFA) se fusionan en el FIFA Balón de Oro. El ganador es elegido por el seleccionador, el capitán y un periodista de cada uno de los 156 países afiliados a la FIFA. Es decir, el jurado pasa de estar formado únicamente por periodistas a componerse de un tercio de seleccionadores, un tercio de futbolistas y otro tercio de periodistas.
            La gran diferencia a la hora de votar ha sobresalido en los años en los que se ha celebrado Campeonato del Mundo de Naciones. Hasta el 2010, en los años de Mundial el criterio central para la revista France Football era lo realizado en dicho acontecimiento. Hacer un gran Mundial podía eclipsar una mala temporada, mientras que un Mundial discreto podía echar por tierra una temporada colosal. Por ejemplo en 1982 el italiano Paolo Rossi continuaba inhabilitado por el escándalo Totonero -una trama de corrupción sobre apuestas clandestinas, en la que estaban inmersos jugadores, entrenadores y dirigentes de clubes de la Serie A y la Serie B-, pero su sanción de dos años concluía poco antes de comenzar el Mundial de España. A pesar de su baja forma física evidente en los dos primeros partidos mundialistas, el entrenador italiano Enzo Bearzot confío en Rossi, que acabó conquistando el Mundial con su selección siendo el máximo goleador con seis tantos (un hacktrick ante Brasil en cuartos, dos goles ante Polonia en semifinales y abriendo el marcador ante Alemania en la final). Tres partidos le bastaron para hacerse con el Balón de Oro. Sin embargo otros, como Henry en 2006 les sucedió todo lo contrario. El francés fue máximo goleador de la Premier con el Arsenal que quedó subcampeón, perdió la final de la Champions con el Barcelona y llevó a Francia a la final del Mundial donde cayó ante Italia en penaltis. Sus números goleadores apabullaban. Pero el Mundial lo ganó Italia, y era allí donde había que sacar al galardonado. Italia sobresalió en defensa y allí el líder era Cannavaro que acabó siendo el Balón de Oro de aquel año. De no ser por el penalti que erró Trezeguet y si Francia gana aquella tanda el ganador no hubiera dejado lugar a dudas.


            Sin embargo actualmente el criterio ha cambiado. Los periodistas pueden mantenerlo, pero sólo son un tercio del voto. A entrenadores y futbolistas les preguntas quienes son los tres mejores futbolistas del mundo para ellos y responderán el que a ellos les parezca mejor, a su compañero de equipo, de selección o a su mejor amigo. Sin atender a Mundiales, goles, juego limpio etcétera. No se les puede exigir objetividad. Si el Balón de Oro de 2010 lo hubiera otorgado France Football directamente, como se hacía hasta ese año, se hubiera disputado sin duda entre Xavi y Sneijder. Pero a entrenadores y jugadores se les pregunta quién es el mejor futbolista del mundo ese año. Y mientras no baje el pistón el mejor jugador del mundo es Messi. Y así fue. Y es lo que tenemos que aceptar. Que el Balón de Oro es un premio al mejor futbolista del año. Desde una mirada limpia, como si nunca antes hubiésemos visto fútbol los datos son escalofriantes. Messi ha anotado este año 82 goles y ha repartido 29 asistencias de gol. Récord histórico de goles en Liga (50) y Champions (14), además de ganar cuatro títulos con el Barça. Es el líder del mejor equipo del mundo (no entro en el debate de la historia), es como lo definió aquel día Guardiola: “el Jordan de los Bulls”. Cada año supera los números del año anterior, lo que nos hace perder la perspectiva real de lo que logra. Messi sorprendió cuando irrumpió en el fútbol hace años, pero sus datos ya no sorprenden. El partido extraño es el que se queda sin marcar, y cuando la sorpresa se convierte en rutina deja de sorprender. Imaginemos que hace esos números cualquier otro jugador. Imaginemos que Van Persie hace 50 goles en la Premier. O que Ibrahimovic hace 14 goles en Champions y gana el Mundialito con el Milán. Eso sí nos sorprendería: ¿Habría en estos casos alguna duda?
            La consecuencia de convivir con Messi será el ver como jugadores de la talla de Iniesta, Drogba (que con el sistema antiguo de votación este año sería claro favorito) Casillas o Xavi -potenciales ganadores del Balón de Oro en cualquier otra época- se retiran sin el galardón. Da rabia. Enerva ver que jugadores como Maldini, Raúl, Koeman, Roberto Carlos, Del Piero o Baresi no lo tienen. Pero el Balón de Oro mide el año determinado, no la carrera futbolística. Y es por eso que sólo así se explica cómo existen jugadores con madera de Balón de Oro que se retiran sin él, y otros con menos nivel a lo largo de su carrera se hacen con uno. No podemos intentar englobar un premio que defina el mejor jugador del año y el reconocimiento a la carrera de un jugador al mismo tiempo. En los Oscars de Hollywood, la mala suerte de algunos actores de no haber logrado ninguno a pesar de haber estado nominado en varias ocasiones (bien porque ese año se ha topado con otra gran película, o con la actuación aislada de un actor que ha bordado un papel determinado, o por cualquier otra causa) se puede contrarrestar otorgándole al actor un Oscar honorífico como reconocimiento a su carrera. Esta podría ser una válvula de escape perfecta para paliar tantas injusticias cometidas con este trofeo.


Alberto Egea Estopiñán, Revista-Kaiser nº22 09/07/2012
@esttoper