UN HALO DE ESPERANZA
Que el fútbol italiano no pasa por sus mejores momentos no es ningún
secreto. El descenso de nivel de calidad de los equipos punteros italianos se
ha visto reflejado en Europa en los últimos cinco años, donde sólo el idílico
año 2010 del Inter de Mourinho supuso un oasis en el desierto por el que lleva
peregrinando la Serie A desde 2007, coincidiendo con los últimos coletazos del
último gran Milan (apogeo de los Maldini, Kaká, Inzaghi, Seedorf o Pirlo), el
escándalo Calciopoli sobre fraudes
arbitrales en el Calcio (que supuso entre otras sanciones el descenso de la
Juventus a la Serie B), y con la crisis económica que asola Europa actualmente.
El déficit de juego y de calidad de jugadores respecto a otras ligas y
respecto a otras épocas del Calcio ha tenido como consecuencia un preocupante
descenso de espectadores en los estadios (por ejemplo, ver que en el derbi de
la capital Roma-Lazio de esta temporada, el Estadio Olímpico no registraba ni
media entrada da verdadera lástima), mientras que el déficit de resultados ha
traído consigo la pérdida de la cuarta plaza para disputar la Champions League
de que disponía hasta ahora el Calcio en beneficio de la Bundesliga alemana.
Por si fuera poco los ultras de
los equipos se apoderan cada vez más de los clubes. Los tifosi convertidos en
una mafia irracional y consentida tanto por los dirigentes de los clubes como
por la policía continúan ofreciéndonos espectáculos bochornosos como el
acontecido en abril en el estadio Marasi por los hinchas del Genoa, que con
total impunidad pararon el partido de su equipo contra el Siena enfurecidos
porque perdían 0-4 y bordeaban el descenso, y obligaron a los jugadores a
entregarles las camisetas de las que decían no eran dignos. Ante la pasividad
de la policía y entre lágrimas mezcla de pánico e impotencia los jugadores no
tuvieron más remedio que dárselas.
Con este panorama en vísperas de la Eurocopa un nuevo terremoto ha
sacudido el Calcio. Esta vez el escándalo CalcioScommesse,
que tiene que ver con un presunto amaño de partidos de la Serie A y la Serie B
promovido por una red de apuestas ilegales, incluidos sobornos a jugadores, que
se ha saldado con 19 detenidos (incluidos 10 jugadores profesionales)y 150
investigados, y que veremos como acaba.
La crisis del Calcio se ha convertido como vemos en un monstruo de
varias cabezas que ha extendido sus tentáculos sobre todas las instituciones y
sobre todos los ámbitos, dejando una sensación de putrefacción global, de
mafioso compadreo y de negocio sucio que le hace un daño bestial (el tiempo
dirá si irreparable) al fútbol italiano.
Sin embargo, y ante ésta preocupante situación, una mezcla de
esperanza, realidad, historia y nostalgia que tiene uno por volver a ver al
Calcio en primera línea de batalla del fútbol europeo, hacen pensar que el
fútbol italiano resurgirá de sus cenizas.
En primer lugar, mientras en España la corrupción deportiva se oculta
en la justicia deportiva, la corrupción deportiva italiana se combate con los
mismos mecanismos judiciales que requiere cualquier otro delito. Es decir, que
en Italia cuando existen indicios de fraude la justicia los ataca de oficio y
los juzgan los jueces, mientras que en España los comités de la Federación
Española de Fútbol son los que juzgan, sin abrir investigaciones por motu
propio aunque existan indicios, siendo necesaria una denuncia para que se abra
una investigación que (las pocas veces que se produce) o se esconde o se acaba
perdiendo en el olvido. Amaños de partidos, compra de árbitros y otros fraudes
deportivos, al igual que sucede con el dopaje, existen en todos los países
(seguramente en unos más que en otros), pero atacarlos de frente es intentar
buscar una solución a las trampas, mientras que encubrirlos y fingir que aquí
no pasa nada es estafar al espectador, que es el que paga y sin el cual este
negocio no existiría.
Otro dato que invita al optimismo es que, paradójicamente, de la
multitud de follones que ha vivido el fútbol italiano ha surgido siempre una
selección italiana reforzada. Históricamente de cada escándalo ha surgido un
grupo sólido y unido que ha dejado huella en el evento de ese año. En 1982 tras
el escándalo de Totonero, Italia
ganaba en España su tercer Mundial; en 2006 se convertía en tetracampeona tras
el barullo del Calciopoli; y en esta
Eurocopa, después de la corrupción destapada en el caso CalcioScommesse, una desconocida Italia de la mano de Pirlo, llegó
a la final practicando un fútbol de ataque y sin hacer ascos al balón, que
esperemos sea un punto de partida
para que en el futuro se apueste por el talento, desperdiciado tantos años en
la figura de futbolistas como Del Piero, Zola o Giannini.
Mientras, en la Serie A parece que llegan tiempos de renovación en la
mayoría de los equipos. La gran Juve está de vuelta. Campeón invicto del
Scudetto, tendrá la cuenta pendiente de mostrar este fútbol en Europa. Para
ello ha acelerado la incorporación de grandes refuerzos como Mauricio Isla o
Giovinco a la espera de la llegada de un gran delantero que pondrá la guinda a
un equipo con un estilo muy trabajado. Inter y Sampdoria, como hizo la Juventus
con Antonio Conte, han apostado por entrenadores jóvenes italianos como
Stramaccioni o Ferrara. La Roma, tras la marcha de Luis Enrique, insiste en un
entrenador valiente y espectacular como Zeman, que se ha ganado una nueva
oportunidad en el equipo romano tras su magnífica temporada con el Pescara al
que ha devuelto a la Serie A. Quizá la gran incógnita sea el Milan, sobretodo
si se consuman los traspasos de Thiago Silva e Ibrahimovic al PSG. Los
problemas económicos le obligan a vender, pero si con esto consigue rejuvenecer
el equipo bienvenido sea. Quizá la salida de un líder como Ibra beneficie la
explosión por fin de Pato, que si las lesiones le respetan debería coger
galones en el equipo y deje margen de progresión a jóvenes como El Shaarawy. Si
aciertan con los recambios de Thiago e Ibra no cabe duda de que el Milan
peleará un año más por el Scudetto.
Razones sobran para creer en el fútbol italiano, quizá el punto negro
sea la permisividad e inoperancia para frenar ciertos comportamientos de los
tifosi. En España tienen el ejemplo de la actuación de Laporta frente a los
Boixos en su etapa como presidente. Le costó críticas e incluso amenazas de
muerte, pero los Boixos no están en el Camp Nou. Ni se les espera. Su gestión
gustará más o menos, pero en ese aspecto la actuación de Laporta fue digna de
admirar, y debería servir de ejemplo a muchos presidentes de clubes no sólo
italianos cuyos ultras utilizan el club como si les perteneciera en exclusiva.
Problemas y conflictos abundan. Pero armas para combatirlo sobran.
Como sobran alicientes para apostar por el Calcio. Si a todo esto le sumamos
que este año vuelven a convivir juntos los cuatro grandes derbis regionales del
país: Roma-Lazio, Milan-Inter, Sampdoria-Genova y Juve-Torino, ¿qué más podemos
pedir?
Alberto Egea Estopiñán, Revista-Kaiser nº23 16/07/2012
@esttoper