ABORRECIDOS DE GANAR
A la fecha de
publicación de este artículo ya se conocerá si España ha conseguido revalidar o
no su título de campeón de Europa, dato que desconozco en el momento de
escribir este artículo pero irrelevante respecto al contenido de éste. Sea como
sea España ha vuelto a demostrar ser un equipo extremadamente fiable en
eliminatorias a un partido en competiciones oficiales. La Selección opta por
dar espectáculo en las fases de clasificación de Eurocopas y Mundiales para
competir extraordinariamente (si por competir entendemos el arte de conseguir
un resultado y conservarlo variando la forma de jugar en función de éste) en
las fases finales de estos torneos, consciente de que el margen de error es
mucho mayor en las primeras que en las segundas, donde el mínimo fallo te puede
mandar para casa.
Vicente Del Bosque sabe que la
Selección, como el Barça de Guardiola va a disponer en cada partido del
monopolio de la posesión de balón sin importar el rival. A partir de ahí, sobre
esa base Del Bosque y Guardiola arman dos equipos distintos. Ambos crean un
gran rondo por delante de la línea defensiva, pero mientras el Barça sostiene
este rondo solamente con Busquets y un sistema de ayudas mucho más trabajado
que el de la Selección, España echa el cerrojo a dicho rondo con dos jugadores
(el propio Busquets y Xabi Alonso). Así, a la retención del balón en los rondos
eternos se le suma la dificultad que tienen los rivales en sobrepasar el muro
que forman Busquets y Alonso cuando roban la bola del rondo. Consecuencia de
esto es no sólo los pocos goles encajados por España sino las pocas ocasiones
claras de gol que le generan los rivales, llegando a finalizar partidos como el
de cuartos de final frente a Francia en los que apenas se percibe la sensación
de haber pasado apuros a pesar de aguantar con una ventaja mínima durante casi
todo el encuentro. El dato esclarecedor es que España lleva nueve partidos
consecutivos sin encajar un gol en eliminatoria directa en una fase final de
Eurocopa o Mundial, desde los octavos de final del Mundial de Alemania en 2006
contra Francia.
En esta Eurocopa la baja de Puyol ha
devenido en una Selección aun más conservadora, pues obliga a ubicar a Ramos
como central y colocar a Arbeloa como lateral, muy limitado en ataque,
perdiendo así el puñal que suponían las internadas por la banda derecha de
Sergio Ramos en el Mundial. Con este panorama se queda Jordi Alba, gran
revelación de esta Eurocopa, como única alternativa a la sorpresa en un ataque
que cuando renuncia a las bandas queda a expensas de una genialidad de Iniesta
o Silva hilando fino por el centro de la defensa rival, o de un día inspirado
de Torres.
Al jugar con un doble pivote tan
marcado, a diferencia del esquema del Barça, Del Bosque sacrifica en ataque un
jugador con movilidad que sorprenda desde la segunda línea (como puede ser Mata
o Cazorla) para blindar el rondo, puesto que ni Busquets ni Xabi (el primer gol
ante Francia fue una excepción) suelen abandonar su posición inicial para
incorporarse al ataque.
Evidentemente la búsqueda del gol es
más difícil con este sistema, he ahí las dificultades que ha tenido España en
estos últimos tiempos para remontar en las contadas ocasiones en las que ha
comenzado perdiendo en partido oficial. Ni en el debut en el Mundial frente a
Suiza, ni en semifinales de la Copa Confederaciones frente a EEUU ni hace un
par de semanas contra Italia fue capaz de levantar el resultado, ante equipos
que supieron cerrarse para defender su ventaja. Sin embargo Del Bosque asume
este riesgo, sabedor de lo tremendamente difícil que es hacerle un gol a
España, y del gran resultado que le da plantear partidos a resultado corto,
situación que domina como nadie (los cuatro partidos a eliminatoria directa en
el Mundial de Sudáfrica los ganó 1-0 y los cuartos ante Francia 2-0).
El juego de la Selección de Luis
Aragonés, como el primer Barça de Guardiola sorprendía por desconocido. Hoy ese
fútbol, ese estilo y su manera de contrarrestarlo es el más estudiado del mundo
por el resto de entrenadores. Ante el conocimiento de este sistema por los
rivales Del Bosque optó por hacer de este conjunto un equipo mucho más
pragmático y cerebral mientras que Guardiola no dejó de innovar a la hora de
buscar el gol intercambiando la posición de falso delantero entre Messi y Cesc
(incluso sin delantero como en la final ante el Santos), jugando con defensa de
tres, colocando a Dani Alves de extremo, etc. El Barça de Pep nunca dejó de
buscar el gol fuese cual fuese el resultado del partido en ese momento. Por eso
no imagino a España dejando escapar ventajas como la que tuvo el Barça frente
al Chelsea este año con 2-0 a favor y jugando contra diez, o dejándose remontar
en San Siro frente al Inter de Mourinho en las semis de Champions en 2010. Sin
embargo tampoco imagino a la Selección goleando 5-0 al Madrid de Mourinho o
pasando por encima del Santos en la final del Mundialito (4-0). Y no por falta
de nivel sino porque manejan filosofías distintas. El juego del Barça es más
romántico e ingenuo (gana por aplastamiento) mientras que la Selección
utilizando la misma base de dominio total de la posesión de balón y juego
asociativo no deja resquicio al sobresalto, finiquitando los partidos una vez
consiguen adelantarse en el marcador escondiendo la pelota haciéndola
inaccesible para el rival.
Quizá
España no ha sabido (o tal vez no era posible) cómo solventar la baja de Villa,
delantero que mejor se adapta a esta manera de jugar. En el fútbol actual en
que la labor del nueve puro, la de estar en boca de gol y ser responsable de definir
las jugadas, está siendo asumida cada vez más por el nuevo diez, que no sólo
tiene importancia capital en la elaboración de la jugada sino que se mueve en
unas cifras goleadoras similares o incluso superiores a las del delantero
centro estático (Cristiano, Messi, Van Persie,…), sea necesario de cara al
próximo Mundial de Brasil de dentro de dos años comenzar a confiar en el
delantero del Atlético de Madrid Adrián, que cumple todos los requisitos para
rendir en esta posición. Esta es la demarcación que España debe trabajar en el
futuro para ganar fluidez a la hora de buscar el gol. Seguro que Del Bosque le
otorga la confianza al asturiano, que irá incrementando sus cifras goleadoras
progresivamente como hizo Messi en el Barcelona (salvando las distancias
evidentemente) y que por edad llegará al Mundial 2014 con 26 años en su
plenitud futbolística.
Claro está que todos
tenemos debilidad por un jugador u otro, y que tantos seleccionadores hay como
habitantes tiene el país. Pero a Del Bosque se le pueden reprochar pocas cosas.
Como seleccionador, sin ser tan espectacular como el 4-4-2 de Luis Aragonés, ha
convertido a España en un bloque eficiente inmune a las bajas (en lo que a
resultados se refiere), de una fiabilidad insuperable en competición y con un
estilo propio genuino, modelo a seguir cada vez por más selecciones.
No es un genio como
Guardiola (considero genio al que crea algo nuevo, al que inventa), que
perfecciona el rondo, que apuesta por Busquets en el equipo cuando nadie le
conocía o que reinventa a Mascherano de central y coloca a Cesc de falso
delantero cuando todos lo veíamos como relevo natural de Xavi. Pero como hombre
inteligente que es Del Bosque aplica el sentido común para sacar partido de la
obra de Guardiola y aplicar lo que le conviene al combinado nacional. Ha tomado
decisiones importantes y no le ha temblado el pulso. Siguió confiando en Sergio
Busquets a pesar del linchamiento de la prensa nacional tras el Suiza-España
del Mundial de Sudáfrica, dejó a Torres en el banquillo en la final del Mundial
y no ha dudado en dejarlo fuera de la convocatoria cuando su baja forma era
evidente.
Su imagen sosegada y su
reputación inmaculada hacen de él un representante institucional modélico para
España de cara al exterior con un mensaje sereno pero con un trasfondo con más
contenido que el que aparenta. Ante las desproporcionadas críticas a lo largo
de toda la Eurocopa por una parte de la afición y sobretodo por la prensa más
oportunista y ventajista, Del Bosque en un toque de atención a la sociedad
española espetó aquello de que “hemos pasado de pobres a ricos demasiado
rápido”. Paradójicamente nos ha sucedido con la selección todo lo contrario a
lo que nos ocurre en el día a día de la sociedad española en general. Así que
igual que ahora añoramos los tiempos de bonanza pasados en la realidad que de
verdad importa, deberíamos cuidar un poco la perspectiva real y recordar que éramos
eternos perdedores hasta hace cuatro días, antes de que esta amalgama de
ayatolás y visionarios en forma de periodistas ventajistas que esperan a que
sucedan los acontecimientos para entonar el “ya lo decía yo” y el “se veía
venir” hagan morir de éxito a una generación inigualable.
Alberto Egea Estopiñán, Revista-Kaiser nº21 02/07/2012
@esttoper
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