LA ÚLTIMA LECCIÓN DE PEP
Se va. Se hizo lo que se
pudo para convencerle de que se quedara pero la decisión estaba tomada.
Guardiola se ha agotado. Lo había dejado caer en algunas ruedas de prensa, en
especial en unas imágenes off the record que
no deberían haberse hecho públicas tras una entrevista concedida en abril de
2011 a un periodista de la RAI con motivo del 150 aniversario del Brescia, club
en el que jugó, en las que aseguraba que “mi tiempo en el Barcelona se está
acabando”. Durante estos meses de indecisión sobre su renovación daba la
sensación de que si hubiese querido renovar ya lo hubiese hecho antes, pero
había razones para pensar que renovaría. Y es que el Barcelona no sólo había
renovado a sus jugadores más importantes sino que había hecho ficha del primer
equipo para la próxima temporada a cinco jugadores más del filial (Muniesa,
Bartra, dos Santos, Montoya y Cuenca, además de Tello que, a caballo entre el
filial y el primer equipo ha jugado más que la mayoría de estos). A esto se suma
que el Barça había planificado ya la pretemporada, renunciando a las
millonarias giras por Asia y EEUU. Por esto no era lógico pensar que Guardiola
iba a dejar planificado y diseñado un equipo que no iba a ser dirigido por él
mismo. Lo que nadie intuía es que este proyecto futuro no se hacía con vistas a
que fuera Pep el entrenador la próxima temporada si no su segundo, su hombre de
confianza, Tito Vilanova. El FC Barcelona puso fin a todos los pronósticos
apocalípticos que anunciaban un fin de ciclo con la marcha del de Santpedor con
un golpe de efecto magistral, nombrando a Tito Vilanova entrenador el mismo día
que Pep anunciaba su marcha, evitando así un periodo de pronósticos, polémica y
debate sobre quién sería el sustituto. El mejor relevo y la mejor forma de
hacerlo. La sensación de orfandad que dejaba el abandono de Pep se atenuaba
considerablemente con el nombramiento de Tito.
No sé si tenemos conciencia todavía de la dimensión real
de la obra de Pep y del legado que deja en el mundo del futbol, pero está claro
que ésta es fruto de la valentía que ha demostrado tener para tomar decisiones
desde que llegó. Si nos situamos en el momento histórico de la llegada de
Guardiola al Barça en 2008, vemos un Barça en clara decadencia que acumulaba
dos años sin ganar un título y con un vestuario erosionado y dividido, víctima
del éxito cosechado años atrás, y con estrellas mediáticas como Ronaldinho o
Deco en su ocaso futbolístico. Guardiola llega con un único año de experiencia
en tercera división como entrenador del filial al que había ascendido a 2ªB esa
misma temporada, y en la rueda de prensa de su presentación deja claro que no
cuenta con Ronaldinho, Deco y Eto’o (con el que tuvo que quedarse por la
imposibilidad de venderlo), las tres vacas sagradas del club. Sorprendente
decisión que evidenciaba que tenía claro lo que quería y en quien confiaba.
El equipo, tras una pretemporada inmaculada, pierde el
primer partido de liga en Soria y empata en casa con el Racing. Guardiola
comienza a estar cuestionado por su osadía de confiar en jugadores canteranos
sin experiencia como Pedrito o Busquets. Llega el tercer partido en Gijón
jugándose el puesto y vuelve a apostar por la misma gente. El Barça gana 1-6 y
desde entonces hasta hoy jamás se volvió a cuestionar al equipo ni en juego ni
en resultados.
Y digo que es valiente porque estaba arriesgando no solo
su puesto de trabajo sino su carrera como entrenador. No es lo mismo tomar
decisiones cuando tienes un año de contrato, cobras 1,2 millones de euros, no
eres nadie como entrenador y tu despido apenas le cuesta dinero a tu club, que
tomarlas cuando eres un entrenador mediático como Ancelotti, Mourinho o
Mancini, cobras alrededor de 10 millones de euros, firmas cuatro años de
contrato y tu despido supone un negocio ruinoso para tu club. Por eso tienen
tanto valor esas decisiones, porque se jugaba mucho.
La obra de Guardiola se comprueba comparando qué Barça
cogió y que Barça deja. Convirtió a Messi en el verdadero líder de un equipo,
que a diferencia de Ronaldinho, emblema del equipo de Rijkaard, demostró tener
un nivel de responsabilidad, constancia y compromiso que no tuvo siempre el
brasileño. Lo ubicó en la zona del campo donde más veces iba a pasar la pelota
por él (el famoso “falso nueve) y sus cifras goleadoras aumentaron
escandalosamente desde los 16 goles que
anotó el último año de Rijkaard ha ido mejorando año a año sus cifras hasta los
68 goles que lleva en la actual a falta de tres partidos. Cogió una plantilla
con ocho canteranos de los cuales cuatro eran titulares habituales y en la
próxima rondarán los diecisiete jugadores de la casa con ficha del primer
equipo, y esta campaña no ha sido extraño ver hasta nueve jugadores de la Masía
en los onces de Pep.
Guardiola ha roto con patrones futbolísticos que nadie se
atrevía a cuestionar. Cuando todos los equipos defendían con doble pivote a él
le sobraba con Busquets o Yayá Touré en esa posición porque la labor de
recuperar el balón la hacía en conjunto todo el equipo. Ha perfeccionado la
vieja idea de Cruyff de jugar sin delantero centro, aglutinando jugadores de
talento en el centro del campo, reforzando la idea de que ningún jugador tiene
una posición fija en el campo, y que, en especial, el delantero centro no tiene
que estar sino aparecer. Así, en este baile de posiciones, hemos visto jugar a
Alves de extremo, a Cesc de delantero (cuando en verano todos lo veíamos como
relevo natural de Xavi), a Mascherano convertirse en un gran central, etc. En
este último año dio un paso más y jugó muchos partidos con tres defensas en
escenarios como San Siro, el Bernabeu o la final del Mundial de Clubs, partido
considerado por muchos el summum de
su obra, y que a su conclusión el entrenador brasileño del Santos, Mauricy
Ramalho dijo textualmente: “jugaron con un sistema 3-7-0 increíble, si hago yo
algo tan arriesgado en Brasil hasta la policía vendría a buscarme a casa”.
La
esencia de su fútbol se basa en que la inteligencia premia sobre el físico, así
estampa en el campo aquel discurso de Cruyff que afirmaba que la mejor manera
de defender es con la posesión del balón, pues “solo hay uno y si lo tenemos
nosotros no lo tienen ellos”. Esta filosofía ha llevado a que en los 242
partidos de Guardiola como entrenador jamás un equipo le haya superado en
posesión de balón. Se puede comprobar que en todo el artículo no hay referencia
alguna a títulos ni resultados, estos son consecuencia del juego, y para hacer
inventarios de trofeos están los libros de estadísticas. El fútbol que ha
ideado, la perfección que ha alcanzado su obra minimiza los resultados y los
deja en un segundo plano (la ovación del Camp Nou tras caer con el Chelsea es
el mejor ejemplo).
El
éxito de Guardiola ha radicado en conseguir convencer a sus futbolistas de que
su propuesta de fútbol, su “estilo innegociable” se podía llevar a cabo, para
que estos se involucraran como lo han hecho, confiaran en él y fueran fieles a
ese estilo. Un estilo que quedará impregnado en el Barcelona, para que el día
que surjan dudas, cuando se pierda el norte como tantas veces ha pasado en la
historia de este club exista un punto de retorno, una vuelta a los orígenes que
no serán otros que la técnica, el balón, la cantera, y el resto de elementos
que forman la historia y el seny de
este club.
Como
colofón a su obra el destino ha querido que el último partido como técnico sea
la final de Copa ante el Athletic de Bielsa, uno de los inspiradores de su obra
y un referente para él al que profesa una admiración que es recíproca. Será
seguro un partido de fútbol precioso con dos propuestas de fútbol similares
entre dos de los equipos del mundo que mejor interpretan el fútbol ofensivo.
Su
marcha no tiene razones económicas (el Barça le ofreció un cheque en blanco
para renovar) ni deportivas pues en un caso singular en el mundo del fútbol,
fue la directiva la que fue detrás del entrenador para conseguir su continuidad
y no al revés. Podía haber firmado cuatro, cinco, las temporadas que hubierse
querido, pero se hubiera traicionado a él mismo, su humildad y su amor a esta
institución no se lo hubieran permitido. Tampoco tuvo problemas con el público,
que le suplicó que se quedara hasta el último instante, incluso tras caer ante
el Chelsea en semifinales de Champions. Visto desde fuera era una situación
idílica. Directiva, jugadores y afición en perfecta comunión con un entrenador
que es leyenda viva del club. Pero Guardiola necesita otra cosa, busca otras
motivaciones, el continuo desgaste al que le somete su implicación como entrenador
y portavoz del club le ha consumido. “El club necesita alguien que traiga la
ilusión que traje el primer día”, afirma. Su decisión es acorde a su
personalidad. Una decisión responsable, un gesto de honestidad consigo mismo y
de honradez con el club de su vida. Pep ha sido recogepelotas, jugador,
capitán, emblema, entrenador del filial y del primer equipo, y sabe que en
ningún sitio estará como en el FC Barcelona, pero también sabe que tendrá las
puertas abiertas de par en par para el día que decida volver.
Se va un señor y un
caballero. Lo hace con la admiración y el reconocimiento unánime del fútbol
mundial, y solo el tiempo y la distancia le pondrá en el lugar histórico que
merece.
Alberto Egea Estopiñán, Revista-Kaiser nº13 07/05/2012
@esttoper
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